domingo, 12 de agosto de 2012

Altius, citius, fortius


(Título propuesto por Lolina, agradeciéndole que haya tenido a bien hacerlo)

Hoy, domingo, 12 de Agosto de 2012, se acaban de clausurar los Juegos de las XXX Olimpiadas de verano de la era moderna, en la ciudad de Londres. Para mí y para muchos, paradigma deportivo por excelencia que, gracias a la televisión y, más recientemente, a Internet, podemos disfrutar en primera línea. Aspirar a verlas en vivo sería lo más grande, pero es un privilegio que no está al alcance de todos. Hay que agradecerle, pues, a la "caja tonta" que por unos días, deje de serlo y, gracias a ella, podamos disfrutar de un acontecimiento de dimensiones universales. 

Quizá por ese gusanillo que queda en la sangre, después de unos cuantos deportes practicados durante mucho tiempo, una las sigue con bastante interés. El mismo interés con el que he escuchado a cada deportista español, que ha logrado una medalla, reconocer que desde que se dedicó a practicar seriamente su especialidad, su sueño había sido llegar a participar en unos juegos de esta envergadura y conseguir subir al podium. Cuando todos opinan así, a una no le queda más remedio que pensar que la magia de ese enorme evento deportivo existe. Hacerlo en campeonatos nacionales, continentales o mundiales parece que no motiva tanto.

Probablemente, cuando la televisión de este país sólo daba sus primeros balbuceos y no cabía la repercusión mediática que hoy tienen las Olimpiadas, pocos de los que practicábamos algún deporte con mucha dedicación, eran los que pensaban que algún día podían formar parte de ese mágico universo. Menos aún los que lo hacíamos por estas tierras isleñas, que a niveles deportivos estábamos en el último rincón del vagón de cola que ocupábamos dentro de las regiones españolas de entonces. 

Hoy me alegra profundamente comprobar que se ha avanzado mucho y que en gran cantidad de modalidades nuestros deportistas van siendo, cada vez, más punteros. Me alegra, mucho más, haber presenciado el éxito de las deportistas femeninas que, con muy poco apoyo de los estamentos federativos y de los medios de comunicación, han ganado el 65% de las medallas obtenidas en esta ocasión. 

Habrá quienes opinen que el espíritu olímpico de antaño se ha desvirtuado, que todo se ha convertido en un gran negocio y espectáculo que utiliza a los países y a los deportistas. Probablemente tengan razón. Que esa locución latina del "Citius, altius, fortius", "Más rápido, más alto, más fuerte", que es lema de este acontecimiento, lo que propicia y premia es la competencia y la rivalidad. Puede que también tengan razón. 

Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, creo que el sentimiento, la emoción que se palpa en los Juegos está muy por encima del prosaico negocio y que el procurar ser más alto, más rápido y más fuerte no tiene por qué ser, únicamente, más alto, más rápido y más fuerte que todos los demás. Que se puede intentar ser más fuerte, más alto y más rápido que uno mismo. Que en eso consiste la superación personal y que es a lo que muchos participantes aspiran, sabedores de que las medallas sólo las ganarán tres de ellos. 

Tema apasionante para los que vivimos pasadas épocas de deporte puro, lleno de generosidad y romanticismo. Germen indudable de los éxitos de hoy y, esperemos, de los que vayan surgiendo, dentro y fuera del olimpismo, en el futuro. Así lo espero y lo deseo.

2 comentarios:

  1. Altius, citius, fortius, Charo. Muy bienvenido este nuevo blog.

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    1. Gracias, Lolina, por acercarte a él. Me alegra que lo hagas y si tu propuesta de titular es el lema latino, no puedo esperar menos de una ilustre profesora de Lenguas Clásicas como tú. Un abrazo.

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