lunes, 17 de septiembre de 2012

Cada mes del año tiene sus encantos y Septiembre no iba a ser menos. Diría que, para mí, es el que más los posee. A él pertenecen los últimos 21 días del verano, los que suceden a los más duros de la estación. El calor va cediendo poco a poco y da paso a días más frescos, sobre todo durante la noche, que es cuando lo necesitamos para reparar el desgaste del día y para recuperar fuerzas para la jornada siguiente. El ambiente se dulcifica y se hace más respirable, más agradable. El mar se convierte en una gran balsa que parece acercar, aún más, unas islas a otras, y su temperatura se vuelve más templada.

Pero lo que más me gusta es su luz y su color. El cielo alcanza el azul más intenso del año, porque la atmósfera se vuelve más transparente, más límpida. La luminosidad es especial y más intensa, seguramente por las mismas razones atmosféricas. Son fechas únicas para sacar las mejores fotografías, precisamente por esas cualidades que aporta la luz, que es la razón de ser que justifica la existencia de esa manifestación artística tan practicada y admirada por muchos. 

También tiene Septiembre sus frutas exclusivas, de las que es reina la uva, tanto la negrazulada como la verdidorada, si se me permiten estas licencias cromáticas. Las acompañan las sabrosas peritas de agua, los oscuros arándanos y zarzamoras y los primeros aguacates y membrillos, además de seguir disfrutando de la brevedad de los higos y de la jugosidad de la sandía y el melón, frutas estrella del verano que se extingue. 

Asimismo, es el mes en el que los que estudian y los que trabajan en el mundo de la enseñanza vuelven a sus tareas. Para todos ellos, quizá sea el mes que menos les atraiga, pero recuerdo que para mí, como profesional de esa noble actividad, era un período de ilusiones y expectativas. Como estudiante, pertenecí a la generación de los que volvíamos a clase en Octubre y era, en ese mes, cuando vivía lo mismo que viví, más tarde, en mis septiembres profesorales. 

Encontrarte de nuevo con tus compañeros de siempre, conocer a los que se incorporaban por primera vez al Centro, celebrar las primeras reuniones para ir encendiendo el engranaje educativo, adaptarte al nuevo horario, preparar el aula y los primeros materiales para poner en marcha el curso, comprobar que todo estaba donde debía, recibir a los alumnos que ya conocías y a los que se estrenaban como tales, contarles lo que íbamos a hacer juntos durante 175 días lectivos, era un proyecto ilusionante, para el noveno mes del año. 

Los últimos cinco Septiembres los he disfrutado más, si cabe, porque he podido salir a hacer fotos, a comprar fruta, a nadar en ese mar calmo y azul, a contemplar las cercanas islas y a saludar a mis antiguos compañeros, sin tener que ajustarme al horario profesional que me adjudicaban, para ese mes y para todo el curso. 

Algunas veces, las menos, siento cierta nostalgia de aquellos inicios trepidantes dentro de las instalaciones del instituto, pero desde hace cinco Septiembres en que descubrí la libertad de disfrutar de sus excelencias, fuera de la jornada laboral, me he vuelto mucho más septembrina. Más, incluso, que por haber venido al mundo en su sexto día.

4 comentarios:

  1. Sabrás que anoche soñé que volvía a trabajar. Me habían encargado dar una asignatura, "Historia de la Ciencia", y yo explicaba a todo el mundo que no me había podido negar, que era la asignatura que siempre había querido dar y que venía ilusionadísima a impartirla, dejando aparcada la jubilación. Entraba en el Instituto y veía que a mis compañeras las bajaban en cestas del 2º piso al bajo. Y yo pensaba: "Eso será que con los recortes ya no hay ascensor".
    Creo que mejor me quedo con este septiembre real, azul y luminoso, en el que ayer estuve en la playa, mientras mis compañeros lidiaban con el inicio de curso. Mi corazón está con ellos.

    ResponderEliminar
  2. No suelo soñar o, más bien, recordar lo que haya soñado, que dicen los expertos que todos lo hacemos mientras dormimos.
    Lo que sí recuerdo es que en el primer día del primer Septiembre de mi primer año de jubilada anticipada, me fui tempranito a la playa, y ya en el agua, miré hacia el cielo azul intenso y di gracias por celebrar mi estreno en las clases pasivas de la manera que siempre había soñado(despierta),hacerlo: al aire libre y disfrutando de un buen día de playa de mi mes preferido. También me acordé de mis compañeros y les deseé suerte, fuerzas y energía para afrontar el nuevo curso. Aún hoy, cuando puedo hacer lo mismo, se los sigo deseando.
    Siento, querida amiga, que no se cumpla tu sueño, sobre todo por esa Historia que siempre quisiste dar, pero, para que estuvieras cesta arriba, cesta abajo, con lo peligroso que debe ser eso, mejor que sigas disfrutando de este y todos los demás meses del año tan libremente como hasta ahora y, eso sí, con los compañeros en tu corazón, siempre.

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué post más relajante! Además en el tercer párrafo, colorido y suculento, puedes hasta darle un mordisco a septiembre y saborear un bocado.
    En estos días no quiero subir ni bajar en cestas, a menos que sea para montar en globo. Prefiero ver a mi pareja haciendo el muerto en el mar en su recordatorio diario para los compañeros que quedaron al pie del cañón.
    Besos para todos ellos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me parece que todos nuestros colegas deben estar sintiendo las energías y el empuje que les estamos dando desde este modesto blog, Lolina. En los tiempos que corren y con lo que sabemos que está pasando en nuestros centros educativos, es lo que más necesitan para seguir adelante sin decaer demasiado. Esperemos que vuelva el día en que puedan continuar su trascendental, difícil y preciosa tarea sin sobresaltos ni sinsabores.
      Besos para ti también y a seguir disfrutando de ese mar que tanto te gusta y de esa pareja haciendo el muerto. Por cierto, qué posición marina tan cómoda y descansada, ¿verdad?. Sobre todo, durante las calmas chicha de nuestro océano.

      Eliminar