martes, 9 de octubre de 2012

Rechazo rotundo


(Hasta aquí, los títulos sugeridos por Pilar, aunque este último lo he completado con el calificativo que, creo, refuerza el contenido de la entrada. Gracias, de nuevo, a la estimada amiga).

La actualidad manda y más cuando es una actualidad que duele y, aunque tenía intención de publicar otra entrada más agradable que ésta, no quiero pasar por alto, ni dejar en el teclado y el olvido, lo que pienso de ciertas conductas. Ya me pronuncié, en anterior post, sobre las aciagas frases que, recientemente, han manifestado determinados representantes políticos del partido en el gobierno. Hoy, quiero hacerlo con la que nunca pensé que llegaría a leer o escuchar de nadie y, mucho menos, de un alto cargo de ese gobierno. Y deseo hacerlo, sobre todo, como ser humano que soy. Con independencia, incluso, del género al que pertenezco. Para ello, un breve resumen cronológico, antes. 

En la habitual visita que hago a mi página de Facebook, en el apartado de Últimas noticias, descubro, el pasado día 5, que lo abre una compartida, que publicaba el diario El País, de esa misma fecha, y que titulaba "Las leyes son como las mujeres, están para violarlas". Me pareció tan disparatado lo que leí que lo achaqué a una mala comprensión del título, por mi parte, y volví a leerlo de nuevo. Indignada y atónita, accedí al texto de la noticia y mi enfado, sorpresa e incredulidad se acrecentaron a medida que avanzaba en la lectura. En primera instancia, pensé que podía ser una interpretación errónea de quien informaba en este periódico, pero acudí a las versiones digitales de otros medios de comunicación de ámbito nacional y, absolutamente todos, coincidían en el relato de tamaña ofensa. No pude contenerme y, a mi vez, lo compartí en mi muro, acompañado de las primeras reacciones que me produjo el contenido de la información. Pasados algunos días, sigo pensando exactamente igual que como me pronuncié en aquel momento y, cuanto más leo y oigo sobre el mismo tema, más me reafirmo en lo dicho, y más reflexiones van surgiendo al hilo de lo leído y escuchado. 

En el desarrollo de muchas de esas informaciones, se hace mención a la renuncia del impresentable sujeto que, no contento con el desvarío, alardea de que “Nadie me ha pedido mi renuncia. Tengo una situación personal por la que no puedo afrontar el cargo. No tiene nada que ver con lo sucedido, aunque es cierto que todo suma”. Carece de la valentía de reconocer que esa barbaridad, como única razón, merece su abandono del puesto que ocupa y, con una actitud rayana en la soberbia y la chulería, se ampara en argumentos difícilmente creíbles y, menos aún, cuando sólo hacía un par de días que la ministra de Empleo le había nombrado presidente del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior. Entrada más triunfal en un cargo, difícilmente se habrá visto. En todo caso, la titular de ese Ministerio no debió, siquiera, esperar a la dimisión de este individuo, sino ordenar su cese inmediato y fulminante, además de proponerlo para la expulsión del partido, al que, por cierto, ambos dejan en pésimo lugar. Hasta ayer, martes, la señora Báñez debió estar meditando qué medidas tomar con esta negación de lo que debe ser un buen político. Siete días necesitó para llegar a esta conclusión: el comentario le parece “lamentable” e “injustificable”. Además, deplora que el partido mayoritario de la oposición haya hecho de este asunto "un tema partidista". Vamos, que lo único que le preocupa es el cariz político que, según ella, ha tomado una conducta execrable donde las haya. Añade, además, que "Se trata simplemente de un tema de principios, de principios constitucionales, y de falta de respeto"

También se cuenta en las noticias que, forzado por la carta de repulsa presentada por los componentes de la Mesa de Educación y Cultura, perteneciente al antes citado Consejo - y que fueron quienes tuvieron que soportar esta ofensiva e inadmisible frase -, les pidió disculpas personalmente, pero sin aludir al motivo. Uno de esos integrantes de la Mesa declaró que “Pidió perdón, pero no dijo claramente por qué.". Asimismo, el retrógrado manifestó este pasado viernes, en la Cadena Ser, que "Yo estoy completamente en contra de cualquier tipo de violación, soy un admirador educado y respetuoso de la mujer. Soy hijo de mujer, esposo de mujer y soy de una tierra, Galicia, donde la mujer ha tenido un papel muy importante". No puede ser más superlativo el grado de cinismo que rezuman estas palabras, ni mayor el desprecio a la inteligencia de todos los que hemos tenido acceso a esta serie de hipocresías. Si el que hace estas declaraciones estuviera convencido de ellas, jamás se hubiera permitido un pronunciamiento tan insultante e irrespetuoso como el que ha hecho. Está muy claro que lo que tiene interiorizado es lo que soltó, como una gracia, en la citada reunión del Consejo que presidía. Justo lo contrario de lo que, después de lo ocurrido, se empeña en manifestar. 

Si este individuo dice tener esposa y madre, y si también tiene hijas, hermanas, sobrinas... ha demostrado, del modo más vil, el respeto que todas le merecen. Quién así se pronuncia debe recibir el rechazo de toda la sociedad. De todos, sin excepción. Este es un tema que va mucho más allá de partidos, de votos, de intereses creados... Que siempre habrá que repudiar de un modo tajante y contundente. De tolerancia, cero. De máxima exigencia de responsabilidades. No se puede permitir, ni admitir, que nadie hable de esta forma y, muchísimo menos, quienes ostentan el gobierno y el poder. Estos, menos que nadie. Sean del color político que sean. 

Por todo esto, me gustaría comprobar que instituciones y/o asociaciones defensoras de los derechos, de los deberes y del respeto que cualquier ser humano se merece, cuando es agredido en su dignidad, se movilizan para exigir la reparación de esa dignidad herida, haciendo que el peso de esas leyes despreciadas por este sujeto, caigan, implacables, sobre él. 

Que iniciativas como las que ya circulan por las redes sociales, en forma de contrafrase: "Las leyes son como las mujeres: están para respetarlas", no sea lo único que se mueva. Espero que no nos conformemos sólo con bonitas máximas compartidas.

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